La Democracia Cristiana tiene sus orígenes en el pensamiento de figuras tales como Jacques Maritain, Emmanuel Mounier o Luigi Sturzo, la doctrina social de la Iglesia católica y la ética social protestante, tiene raíces ideológicas influidas por las enseñanzas de Jesucristo.

Esta corriente surgió en el siglo XIX en Europa. El papa León XIII aceptó la expresión “democracia cristiana” en el sentido de “acción benéfica en provecho del pueblo”, Sin embargo, especialmente tras el Concilio Vaticano II, los postulados democráticos fueron aceptados por la Iglesia y actualmente la democracia cristiana continúa teniendo una fuerte influencia en partes de Europa y Latinoamérica.

Los  Demócrata Cristianos somos gente de acción con la aspiración de llevar a la democracia las consecuencias derivadas de los principios filosóficos cristianos, entre ellos la concepción de la historia con una raíz espiritual, no materialista; la primacía de lo moral; la dignidad de la persona; la primacía del bien común y la justicia social. ​

Los demócrata-cristianos o democristianos colocamos a la persona humana en el centro, principio y fin de toda acción política, tanto en su dimensión espiritual como material, somos de avanzada, moderada, de consenso, de la sensatez o de la racionalidad, somos de centro, de centroderecha o de centroizquierda en distintos momentos históricos. Mientras en Europa representa al movimiento político de centroderecha dominante, en Latinoamérica los partidos demócrata-cristianos tienden a inclinarse hacia la izquierda. ​

Somos un movimiento no confesional, del que no solo los cristianos pueden formar parte, pero todos sus miembros deben guardar conciencia plena con su ideario.